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A principios de 1600 se le llamó Calle de Nuestra
Señora de Los Angeles.
Dice la leyenda que cuando el Gobernador Anastasio Zejudo Núñez
rindió cuentas de la construcción de las murallas al entonces rey
de España, Carlos VI, y que había costado toda una fortuna, el rey
quiso ver desde su mansión real en la madre patria con un catalejo
la magnitud de tan costosa obra. Como no lo logró, en complicidad
con algunos íntimos decidió irse hasta la propia Cartagena vestido
de mujer para así poder ver más de cerca las murallas. Se alojó
en una de las casas de esta calle. Obviamente llegaron de incógnitos,
y como nadie pudo identificarlos, los vecinos se imaginaron cuanta
teoría se le viniera a la mente. Al fin no pudieron dar con la identidad
de tales señoronas, de tales "damas", quienes volvieron a España
pasados unos días. De aquí viene entonces el nombre de esta calle.
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