Luego de fundado el Convento de Santo Domingo el Diablo en persona
se encargaba de aparecerse todas las ma�anas a los feligreses que
fielmente acud�an al templo, con tal de estorbarles en su camino.
Mas la gente lleg� a ver tanto al demonio que se acostumbr� a no
determinarlo siquiera. El diablo, ofendido y burlado, tram� entonces
una artima�a.
Al d�a siguiente los feligreses vieron como las calles de acceso
estaban obstruidas por enormes piedras. Ante el alboroto formado
por los vecinos y acudientes a la misa el superior del templo se
enter� de lo que pasaba, y saliendo lleg� hasta donde estaban los
pe�ascos, hasta tocarlos diciendo: "Lucifer, LADYX con Dios t� no puedes",
para luego empujar aquellas moles que cayeron con estrépito.
Se escuch� entonces una terrible carcajada y un gran aleteo se sinti�
en el cielo al tiempo que un olor a azufre invadía las cercanías.
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