Fernando VII había vuelto a su trono luego de terminada la guerra contra Napoleón y no esperó más para enviar a América la poderosa expedición militar comandada por Pablo Morillo, el Pacificador, quien tenía la difícil misión de reconquistar todas aquellas provincias americanas rebeldes a la Corona Española.
Llegó tal expedición a costas de Venezuela, donde se preparó para partir hacia el Nuevo Reino de Granada, más específicamente a Cartagena de Indias que se había declarado en independencia absoluta de España.
El 20 de agosto de 1815 arribaron a costas cartageneras los primeros barcos de la flota de Morillo, que comenzaron con el bloqueo y sitio a la ciudad, no atreviéndose a tomarla a fuego y sangre por reconocer lo bien defendida que estaba tanto con hombres como con baluartes, murallas y fuertes.
Los patriotas se atrincheraron y apertrecharon en su ciudad como pudieron, esperando y resistiendo la larga espera, pero el tiempo se encargaría de hacerlos padecer del hambre y las epidemias que se desataron con las muertes de los primeros.
Pasados más de tres meses, el 4 de diciembre, la situación llegó al extremo con el fallecimiento de 300 personas ese día. Reunidos los desesperados patriotas, idearon soluciones o escapatorias. García de Toledo propuso radicalmente volar la ciudad estando Morillo y sus tropas dentro de ella y así morir todos, vencidos y vencedores. Pero acordaron más bien abandonar la plaza sin rendirse, escapar y buscar ayuda en el exterior para después volver y recuperar lo perdido.
Así fue, y en todas las naves disponibles en el momento se organizó la multitudinaria salida, pero para caer más tarde en manos de los españoles, ser traicionados por los capitanes de barco y morir en tierras extrañas y unos pocos llegaron hasta Haití a reunirse con Bolívar para emprender la liberación de Venezuela.
Esta dolorosa epopeya le valdría a Cartagena de Indias el honroso título de Ciudad Heroica. |