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En esta calle vivía Don Manuel Somoyar y Troncoso con su familia.
Justo antes de que El Pacificador Pablo Morillo sitiara la ciudad
Don Manuel salió de paseo a la cercana población de Arjona. En su
casa había quedado su esposa Doña Juana Castell y González. Llegó
entonces Pablo Morillo a la heroica. Siendo coronel en ese entonces
y estando en Arjona, José Prudencio Padilla fue a visitar a Don
Manuel y su familia. Corría el mes de junio.
Don Manuel tenía una encantadora hijita llamada Ana Teresa con
quien Padilla estaba muy encariñado. El día de la visita del coronel
la niña se quejaba de no haber visto a su madre desde hacía seis
años. El coronel, apenado, le preguntó cuándo era el cumpleaños
de su mamá. "El 24, coronel", dijo compungida la pobre. Entonces
a Padilla se le ocurrió que ella le escribiera una carta a su madre
la cual él mismo le llevaría a Cartagena de Indias.
El 24 de junio, el coronel José Prudencio Padilla atacó en las
horas de la noche las naves españolas que estaban en la bahía, venciendo
a los españoles. Asegurada la plaza, el coronel llegó hasta el barrio
de Getsemaní, Calle de San Andrés, en la propia casa de Don Manuel
y recibiéndolo la esposa, Padilla le entrega la carta que Ana Teresa
le mandara.
En octubre 24 del mismo año, Padilla visita de nuevo a la familia,
esta vez en la casa de Getsemaní. "Señorita -le dijo a Ana Teresa-
creo estará usted satisfecha de mi". "Ha cumplido usted su palabra,
Coronel, como valiente caballero, y no se cómo pagarle tan alto
favor". "Señorita, todo lo puede la belleza, hasta improvisar héroes;
pero si el cumplimiento de un deber, me merece un galardón vuestro,
permita a este rudo soldado que pose sus labios en esta blanca y
delicada mano". "Coronel -le dijo luego Doña Juana- espero que tenga
usted más juicio en adelante y no vuelva a hacer otra sublime calaverada
como la de la noche de San Juan: no hay que fatigar la fortuna".
"No olvidaré el consejo, Doña Juana -le respondió Padilla- esas
cosas sólo se hacen una vez".
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