Después de haberse tomado el Pacificador Pablo Morillo a Cartagena de Indias tras más de tres meses de atroz bloqueo, comenzó un régimen de terror. Muchos de los habitantes del pueblo de Bocachica fueron exterminados sin piedad ni juicio previo; hubo fusilamientos masivos en la Plaza de la Merced, encarcelamientos por el delito de deslealtad al Rey de España y otros abusos de autoridad.
El objetivo de los españoles era dar un escarmiento ejemplar, y qué mejor manera de hacerlo que enjuiciando y ejecutando en plena plaza pública a los más reconocidos dirigentes de la ciudad. Nueve fueron los seleccionados para la pena capital, los cuales se juzgaron fugazmente sin defensa legítima.
El 19 de febrero de 1816, el recién nombrado Consejo de Guerra dicta la sentencia: "Todo bien examinado, ..., el consejo ha condenado y condena a los referidos Manuel del Castillo y Rada, Martín Amador, Pantaleón Germán Ribón, Santiago Stuart, Antonio José de Ayos, José María García de Toledo y Miguel Díaz Granados, a la pena de ser ahorcados y confiscados sus bienes, por haber cometido el delito de alta traición. Y condena el Consejo a Don Manuel Anguiano a ser pasado por las armas, por la espalda, precediendo su degradación... y finalmente se condena a José María Portocarrero a la misma pena de ser ahorcado y confiscado sus bienes...".
El 24 de febrero los mártires son llevados al sitio de ejecución, en las afueras del centro amurallado, cerca de la Ciénaga de la Matuna, y sus cadáveres fueron sepultados en una fosa común en el Cementerio de Manga.
En el supuesto lugar donde fueron sacrificados hoy existe el Paseo o Camellón de los Mártires, construido en su honor. |