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Arquitectura



El XVII: Siglo de Oro de Cartagena
Crecimiento de la ciudad
Al cumplir el primer siglo de su fundación, Cartagena había adquirido ya su fisonomía característica. El tráfico de las flotas con la metrópoli y el comercio con los territorios del interior a través de la vía fluvial del Magdalena (arteria vital de la Nueva Granada) hacía correr el oro a raudales sobre Cartagena, que se convirtió en el primer mercado de América del Sur. La inmigración se volvió más numerosa debido al gran volumen de obras públicas que se desarrollaba en la ciudad. Ello explica el rápido aumento de la población en un tercio de siglo: la ciudad que albergaba cuatrocientas familias en 1573 vería duplicado ese número en 1607, lo cual permite calcular de cuatro a cinco mil almas a las que habría que agregar la población flotante muy numerosa en "tiempo de flota". El franciscano Fray Pedro Simón, que escribía en 1628 habla de “la mucha suma de ventanajes y balcones volados” que ya entonces daban a las calles cartageneras el típico aspecto que hoy conservan y que es común a todas las ciudades del Caribe”.

Getsemaní - Castillo de San Lázaro
El aumento de la población motivó la expansión del núcleo urbano. El caserío se extendió hacia la vecina isla de Getsemaní, la cual quedó incorporada al primitivo casco urbano. Este nuevo barrio también quedó amurallado en la primera mitad de este siglo gracias a la buena gestión del gobernador Francisco de Murga, y comunicado con el continente a través del puente de la Media Luna, fortificado con baluarte y revellín. Terminada la muralla de Getsemaní, se hizo evidente la necesidad de fortificar un pequeño cerro llamado de San Lázaro por su proximidad con el hospital de leprosos, pues se constituía en un peligro para la seguridad de la ciudad si llegara a ser tomado por los enemigos, dada su ubicación a pocos metros de la Puerta de la Media Luna. A la tenacidad del gobernador Pedro Zapata de Mendoza, quien pidió a los vecinos un donativo y dio personalmente el ejemplo entregando tres mil pesos para la iniciación de los trabajos, se debe la construcción de esta obra que se adelantó muy rápidamente y fue concluida en 1657. Esta primera parte del castillo, que luego fue complementada durante la siguiente centuria, tenía forma de bonete erigido en lo más alto del cerro y constaba de cuatro garitas, aljibe, almacén, alojamiento para los soldados y una sola puerta frente a la ciudad defendida por dos traveses para dos cañones pedreros. Es éste el más famoso de los castillos de Cartagena, llave de la ciudad por parte de tierra, que si bien fue rendido por los franceses en 1697, salvó a la Plaza en 1741 del ataque del almirante Vernon.

Arquitectura Religiosa
En las primeras décadas del siglo XVII se construyó la mayor parte de los edificios religiosos e institucionales de la ciudad. Aparte de la Catedral, edificada en el siglo XVI y la iglesia de Santo Domingo y el convento de San Francisco, comenzados en ese mismo siglo, fueron erigidos: La Iglesia y Colegio de la Compañía de Jesús (la primitiva iglesia fue remplazada por la actual consagrada a san Pedro Claver y el edificio del Colegio es el destinado hoy al Museo Naval), los conventos de San Diego, Santa Teresa, Santa Clara, La Merced, el hospital de San Juan de Dios, la Casa de la Moneda, las Casas Reales y la Casa de la Inquisición. Fue esta institución una de las que más signó la vida de la ciudad. Establecida por orden del rey Felipe III en 1610 funcionó hasta los días de la independencia a principios del XIX. En Cartagena el Santo Oficio se dedicó a perseguir y castigar la herejía, representada por la secta anglicana de los enemigos de España, y la brujería, que se practicaba en toda la ciudad y sus alrededores. En Getsemaní se construyó el Hospital del Espíritu Santo, el Hospital de San Lázaro en la afueras de la muralla y el convento de La Popa en la colina del mismo nombre.

Fortificación de la bahía - Castillo San Luis de Bocachica
También en este siglo se hicieron importantes obras de fortificación en la bahía de Cartagena. Habíamos visto que el único acceso a la bahía desde la fundación de la ciudad se efectuaba por Bocagrande. La otra entrada - la de Bocachica - era un pequeño canal de poco calado que no permitía el paso de embarcaciones mayores. Pero en el año de 1640, un hecho accidental vino a cambiar toda la estrategia defensiva para proteger el puerto de Cartagena: dos navíos de la armada portuguesa y la nave capitana al mando del capitán Rodrigo Lobo da Silva naufragaron en el canal de Bocagrande y el núcleo de arena que se fue acumulando alrededor del naufragio terminó por conformar una barra de arena que unió los extremos del canal. El canal de Bocachica, por un fenómeno hidráulico de intercambio de aguas entre la bahía y el mar abierto, se profundizó de manera natural dejando en total desprotección a la bahía. Urgió entonces la necesidad de construir una defensa en aquella entrada y se erige entonces el Castillo de San Luis de Bocachica según traza escogida por el gobernador Luis Fernández de Córdoba y el ingeniero Juan de Somovilla y Tejada. La obra se concluyó unos años después de 1661 y fue la fortaleza responsable de la defensa de la ciudad de dos de los más pavorosos ataques de que fue víctima por parte de los enemigos de la corona española: los franceses al mando del barón de Pointis en 1697 y los ingleses comandados por el almirante Vernon en 1741.

El siglo XVII que tan generoso había sido para Cartagena concluye en 1697, como se ha visto, con una pavorosa catástrofe: el asalto y toma de la ciudad por la Armada de Luis XIV al mando del Barón de Pointis y su posterior saqueo por los piratas y bucaneros comandados por el gobernador de Santo Domingo y Haití, Juan Bautista Ducasse, que dejó a la ciudad en un estado de ruina y desolación totales.

 



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