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Siglo XIX:
La decadencia
La Independencia -
El Sitio de Morillo
El
11 de noviembre de 1811 Cartagena declara su independencia absoluta
de la corona española. Pocos años después España
emprendió la reconquista del Nuevo Reino de Granada empezando
por Cartagena. En 1815 el general Pablo Morillo al mando de una fuerte
armada impuso a la ciudad un prolongado y pavoroso sitio resistido
heroicamente por sus habitantes, lo cual le mereció a Cartagena
el título de Ciudad Heroica. Las fuerzas realistas se tomaron
por fin la ciudad tras el retiro de sus defensores que la abandonaron
sin rendirse ni capitular, y dominaron en ella hasta 1821 cuando fue
liberada por el ejército patriota al mando del general Mariano
Montilla. Como resultado de esta guerra se produjo una disminución
notable del número de sus habitantes, la ruina de los sobrevivientes
y el deterioro de sus estructuras físicas.
Desde esa época y durante la mayor parte del siglo XIX Cartagena
no volvió a levantar cabeza. Empezó a perder la preponderancia
comercial que había tenido desde su fundación en la
costa Caribe colombiana. El canal del Dique, que comunicaba el puerto
con el río Magdalena y a través de este con todo el
país, dejó de ser navegable, lo cual propició
el desarrollo de la vecina Barranquilla, hasta entonces un puerto
de menor importancia situado en la desembocadura del río Magdalena.
La ciudad se recupera
Sólo hacia fines de 1880, con la influencia de Rafael Núñez
El Dique fue puesto de nuevo en servicio. Se constituyeron entonces,
una serie de compañías navieras nacionales y extranjeras
que efectuaban el transporte de carga y pasajeros a través
de esta vía fluvial, permitiendo que el comercio de Cartagena
tomara un nuevo aire. Para esta época también fue inaugurado
el ferrocarril Cartagena – Calamar contribuyendo a recuperar
la importancia del puerto.
Desde
el punto de vista urbano la ciudad comienza a progresar, sus viejas
plazas se transforman en agradables parques en los cuales se erigen
monumentos de personajes celebres; las calles estaban todas empedradas
y en 1881 se inauguró el alumbrado eléctrico publico
y privado. Este despertar de la ciudad quedó representado en
el coronamiento gótico para alojar un reloj de 4 caras que
construyó don Luis Felipe Jaspe en 1888 sobre el remate barroco
de la Boca del Puente, recurso ecléctico muy de la época
para algunos considerado como un despropósito arquitectónico,
pero que ha llegado a identificarse de tal manera con la ciudad que
hoy constituye su emblema.
Infortunadamente, ese primer renacer trajo consigo la destrucción
parcial de las murallas de la ciudad consideradas entonces como un
factor negativo para el saneamiento público y un obstáculo
para la expansión de la ciudad. Así, pues, siguiendo
el ejemplo de las grandes ciudades europeas con París y Viena
a la cabeza y Lima y la Habana en América que habían
demolido sus fortalezas para reemplazarlas por amplias avenidas y
bulevares, Cartagena inició el derribo de sus murallas. |
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